El Reino Unido se ha convertido en el primer país que da luz verde a una
técnica de reproducción asistida que combina el ADN de tres personas para
engendrar los llamados bebés de los "tres padres".
La Cámara de los Comunes británica aprobó este martes, 3 de febrero, una
legislación que autorizará esa técnica, y que fue aprobada en la cámara
baja con el voto a favor de 382 diputados frente a 128 en contra. La
decisión ha generado una gran controversia y debate ético.
Así, tras la previsible aprobación en la Cámara alta, se podrá llevar a
cabo una especie de trasplante de órganos a escala microscópica, o un
trasplante in vitro de orgánulos celulares.
Las células están formadas por el núcleo y el citoplasma. El primero
contiene el ADN. Y en el citoplasma están los pequeños órganos u orgánulos
que llevan a cabo las instrucciones del ADN. Uno de ellos son las
mitocondrias, que transforman el alimento en energía para la célula y
contienen una pequeña porción de ADN extranuclear importante para el
desarrollo de esa labor.
La tecnología de los "tres padres"
Pero, ¿en qué consiste esta técnica? Pues en combinar el ADN de los dos
progenitores con la mitocondria sana de una donante mujer. De ahí el
nombre popular de los tres padres. Aunque, de hecho, sería más correcto
hablar de 2,002 padres, ya que solo casi el 0,2% (en concreto, el 0,18%)
del ADN de la donante pasa al embrión y, aunque sí se transmite a
generaciones posteriores, no afecta a características esenciales del
individuo.
También los órganos trasplantados convencionalmente contienen ADN del
donante, y no se mezclan sus características genéticas con las del
receptor de una manera relevante. Ver el esquema reproducido a partir de
la información publicada por el diario El País sobre el tema.
Los seis riesgos
Tras la aprobación de la técnica de los "tres padres", la Iglesia y
expertos científicos han advertido de hasta media docena riesgos que
conlleva aplicar esta tecnología.
1. Una primera cuestión es que como señala Julio
Montoya, especialista en patología mitocondrial, el riesgo cero no existe.
Este experto plantea incertidumbres. La actividad de las mitocondrias no
solo viene regulada por las proteínas producidas por el ADN de estos
orgánulos (apenas 37 genes), sino también por las que produce el núcleo de
la célula (con unos 20.000 genes).
2. Como la técnica da como resultado la combinación
en la misma célula de mitocondrias de donante con un núcleo celular de
origen distinto (de los padres) cabe la posibilidad de que las proteínas
mitocondriales y las de núcleo celular sean incompatibles. Y, por ello, se
produzcan errores en la fábrica de energía en la célula y las patologías
asociadas a esta disfunción, precisamente lo que se pretende evitar.
3. Aunque menos grave, existe otro riesgo: la
técnica implica transferir el núcleo del embrión de los padres o del óvulo
de la madre a óvulos o embriones de donante. En esta operación se podrían
arrastrar mitocondrias enfermas a los óvulos o embriones huéspedes. Si
fueran pocas, el riesgo de enfermedad sería muy bajo. Aunque, en el caso
de las niñas, seguirían siendo portadoras (y transmisoras) de mitocondrias
afectadas.
4. Por su parte, la Iglesia de Inglaterra y la
Católica, así como determinados miembros de la comunidad científica,
pidieron el voto en contra de la aprobación de esta legislación, al
considerar que la técnica plantea aún determinadas incertidumbres
éticas.
5. Otra cuestión es que esta técnica implica la
destrucción de un embrión. Así, la diputada conservadora Fiona Bruce, que
lideraba la oposición a la iniciativa, se hacía la siguiente pregunta:
¿estamos contentos con sacrificar dos vidas humanas incipientes para crear
una tercera?".
6. La técnica aprobada podría abrir la puerta a
futuras modificaciones genéticas en los embriones.
Conviene recordar cuando hablamos de este tipo de técnicas, que hay
varios valores en juego que no podemos olvidar. El más importante de todos
ellos es que estas técnicas implican la destrucción de embriones humanos,
algo siempre inadmisible sea cual sea la finalidad perseguida. Lo mismo
sucede cuando se aplica la selección de embriones para descartar a los
portadores de una u otra enfermedad y permitir sólo nacer a los que están
sanos. El embrión humano es uno de nosotros y tiene el mismo derecho a la
vida que cualquier otro ser humano; por tanto, no se le puede usar o
destruir como fin o medio para ninguna causa por buena que ésta en sí
misma sea.
Aparte de la destrucción de embriones, en estas técnicas de las que
estamos hablando, también están en juego otros valores éticos de gran
importancia como son el derecho ecológico de todo ser humano a ser
concebido en el entorno de la relación amorosa entre sus padres y no en la
frialdad de un laboratorio; el riesgo de manipulación del patrimonio
genético de la humanidad con consecuencias hoy absolutamente
imprevisibles, materia tan grave como para exigir una absoluta
prudencia.
Por todos estos motivos, conviene no perderse en los detalles de una u
otra técnica concreta y formular juicios éticos de fondo comprometidos,
sin excepciones, con la defensa de la vida y la dignidad del ser
humano desde sus inicios.