08 agosto 2009


Descansa, ¡te lo mereces!



Estoy seguro de que a muchos lectores se les habrá ocurrido al leer el titulo de este apartado un dubitativo: ¿y por qué lo merezco? ¡Es tan propio del ser humano ser ambivalente! Y así, queremos algo por unas razones y a la vez lo rechazamos por otras. Así somos. Pero sí, en principio, te mereces descansar durante el próximo verano, y descansar muy bien.



Tal descanso -ya ilusionante- va a posibilitar un buen comienzo de curso para ti mismo y para los que te rodean. Y si mejoras tú, pondrás en marcha un feed-back, o espiral dinámica creciente, de sucesivas mejoras para con los tuyos que, a su vez, posibilitarán nuevos enriquecimientos para ti mismo y para ellos.



Descansar, dice el diccionario, es cesar en el trabajo o en la actividad, reposar para reponer fuerzas, tener alivio. Suele ser algo gustoso, reparador, conveniente y, en ocasiones, de absoluta necesidad. Dice un acertado proverbio que "cuando pienses que no puedes descansar por la imprescindible actividad que te embarga es cuando más lo necesitas". ¡Ay si recordásemos y aplicásemos este eslogan en nuestras fatigas ordinarias!



Descansar es propiciar el equilibrio estable de los mecanismos psicológicos y fisiológicos del organismo. Es lograr un estado de equilibrio en los sistemas y ecosistemas que integran a la persona y a su perimundo, tales como el agua, los minerales, las proteínas, las grasas, la temperatura o la presión arterial. Y no digamos a nivel psicológico con la benefactora acción sobre pensamientos, sentimientos, emociones, motivaciones y conductas. Y aún queda la influencia del descanso en la esfera espiritual, que resulta ser definitivo para la totalidad de la persona.



Descansar es una necesidad. Pero el descanso ha de llevarse a cabo conforme conviene y gusta a la persona de que se trate. Y es que las vacaciones son... todo lo contrario a una fuga; no hablan de alienarse, distraerse, sino que por sí quieren decir concentrarse en algo, abstenerse de las demás actividades para concentrarse en lo fundamental, en aquel famoso "una sola cosa es necesaria"(R. Cantalamessa.)



Las posibilidades de un buen verano




El verano es una época extraordinariamente adecuada, óptima, para el descanso. Pero esa costumbre social ya clásica ha de ser utilizada con eficiencia, es decir, sacándole partido y rentabilidad. Por eso recordaremos, desde la perspectiva psicosomática, que durante un verano bien aprovechado podremos:



• Enriquecernos como personas.
• Adquirir conocimientos para los que durante el año carecemos de tiempo ordinariamente.
• Recorrer la geografía próxima o lejana, con sus parajes y riquezas artísticas y culturales.
• Modificar actitudes personales, especialmente las que, siendo negativas, nos resulten más arraigadas.
• Tender puentes relacionales que enriquezcan y permitan el que nos demos a quienes nos rodean.
• Aprender a querer, a resolver conflictos personales o interpersonales. ¡Y a dejarse querer!
• Saber ver y querer mirar adecuadamente, para así advertir nuevos y deseables horizontes personales. (Saber mirar. El milagro de tus ojos. Dra. Francisca López Checa. Almuzara. 2007)



Las vacaciones de una madre



Este apartado sí que es importante de veras. La madre es, sin duda, quien más probabilidades tiene de quedarse sin vacaciones, aún sin faltar a ellas ni un solo día. Una madre en vacaciones merece ser considerada como una más de la familia a la hora de considerar el derecho a su propio y peculiar descanso. Y de ello conviene corresponsabilizar a toda la familia, a la vez que debemos empeñarnos -y no es nada fácil- en concienciar a la madre de que su primer deber es conseguir su propio descanso. Para ello tendrá que solicitar alguna ayuda y tener la humildad de cuidarse y dejarse cuidar. ¡Se puede! A veces la principal resistencia al descanso de una madre es ella misma, al asumir los trabajos del hogar, con todo el tipo de renuncias y sacrificios que conllevan, sin darse un minuto de descanso.




Quizá convenga considerar ideas como ésta de que durante las vacaciones hay que simplificar la vida doméstica. Cabe vivir el orden, la limpieza y los valores del descanso procurando evitar los excesos de formalismo, tantas veces rutinario e innecesario. Esposos e hijos deberían, con su ayuda, procurar el descanso de las madres. Y ellas lo valorarán al máximo. Con toda seguridad.



Vacaciones en familia



Nos hallamos ante un período de tiempo propicio para experimentar la alegría de vivir los unos con los otros, de dedicarnos tiempo, de prolongar los paseos, las comidas, las sobremesas o las conversaciones disfrutando intensamente del encuentro personal, sin imposiciones y sin prisas. Viene a ser, todo esto, otro modo de conocernos.



Pero para vivir el ocio en familia es imprescindible gozar de paz interior, de paz personal y de paz familiar. Son excesivos los mensajes que nos llegan invitándonos a pensar sólo en uno mismo, a acumular cada vez más cosas, a buscar con desenfreno el complacernos, el lujo y la comodidad.



Son estos, días de mayor tranquilidad que permiten a los padres comunicar a sus hijos su amor incondicional. La transmisión de ese amor y de la fe, tan necesarios para el hombre, son más auténticos cuando sabemos reconocer en nuestras vidas la iniciativa amorosa de Dios, que deja su huella en cada persona.



Muchas familias tienen que ajustar sus vacaciones al cuidado de sus abuelos o de sus miembros enfermos. Otras familias tienen que apoyar a los hijos que les quedan estudios para el verano. Otras experimentan penurias económicas y poca posibilidad de gastar en viajes. Otras tienen muy reciente el duelo por la pérdida de un ser querido. Otras tienen la dura prueba de un familiar cumpliendo condena. Todas estas circunstancias difíciles adquieren nueva luz si se ponen bajo la mirada amorosa de Dios. Se transforman, entonces, en oportunidades para crecer personalmente, para salir de la egolatría y disfrutar también con la compañía del que sufre, constituyendo otros modos -muchas veces superiores- de vivir las vacaciones.



Vacaciones para el alma



No me olvido, no, tal como anticipamos: un buen verano debe implicar vacaciones también para el alma.



En Medicina Psicosomática es obligado considerar la perspectiva bio-psico-eco-socio-espiritual, como repetidamente preconizó el conocido psiquiatra judío-vienés, del siglo pasado, Victor Frankl (El hombre en busca de sentido, Víctor Frankl. Ed. Herder. 1995). Nos resultará enormemente útil este enfoque de las actividades y vivencias de la persona. Resulta obvio que si pretendemos propiciar descanso a la persona que somos, no podemos olvidar la atención del espíritu, del alma. Somos una unidad personal, pero qué duda cabe que estamos integrados por ámbitos o facetas diversas y que éstas requieren actividades, también diversas, que les sean afines y compensadoras.



En vacaciones hay que rezar a gusto, suele decirme Rafa, un buen amigo mío. Eso requiere huir del activismo y saber estar, sin huir, cuando nos encontremos a solas con nosotros mismos, paseándonos mentalmente de un lado a otro por nuestros recuerdos, proyectos y fantasías.



Tal vez el sentido más bello de las vacaciones sería precisamente retomar un contacto íntimo, profundo, con la raíz de nuestro ser, que es Dios, apuntó el P. Cantalamessa.



Así pues, en la montaña, frente al mar, al alba o bajo la cálida luna estival ¡qué bien se reza y se medita! Como dice el mismo autor: Las vacaciones deberían ser, en el curso del año, precisamente estos días en que, a través de la contemplación de la naturaleza, la lectura de la Palabra de Dios... permitan entrar dentro de sí, en uno mismo para retomar contacto con las motivaciones profundas de la vida.



Aprendiendo a descansar



Deseamos finalizar este recorrido vacacional con algunas pautas que puedan ayudarnos a conseguir un descanso saludable. Elije las que mejor se adecuen a tu personalidad y circunstancias, y a las de los tuyos. ¿Condición obligada? ¡Conservar siempre el buen humor! Aquí están:



1° Procura calma y moderación en tus deseos, aunque seas apasionado. ¡Qué gran modo de evitar las frustraciones, esas actitudes que tanto nos gastan y desgastan!



2° Reflexiona sobre ti mismo; paséate por tu vida y tus proyectos. Contémplalos y familiarízate con ellos, pero no te metas prisa.



3° Hemos de cuidarnos para así poder ser mejores y servir mejor. Para poder prestar servicios hay que estar disponibles y en buena forma.



4° Enmarca lo que te suceda, sea lo que sea, en una perspectiva dotada de sentido. Y si te es posible, trascendente. ¡Cuánto descansa el vivir conociendo o, al menos, vislumbrando el sentido de nuestros gozos y dolores!



5° Rectifica con sencillez, si adviertes que te has equivocado. Sólo los ríos no pueden rectificar. ¡Aporta tanta paz esta sabia medida!



6° Cuida las horas de sueño y su calidad. No olvides que se duerme como se vive. Las noches suelen ser como reflejos del propio día.



7° Empatiza y simpatiza. Tiende puentes hacia los demás. Disfruta con la comunicación, sabiendo que la vida exige entrenarse en el arte del encuentro.



8° Si aprendes a reírte de ti mismo, nunca te faltarán motivos para hacerlo, y ¡tendrás diversión para rato!



9° Sin descuidar mínimos razonables, sé generoso. Recuerda que la puerta de la felicidad se abre hacía fuera.



10° La alegría es como una saludable gimnasia de mantenimiento que mejora las defensas inmunitarias y otras muchas funciones.



Y como afirmaba Tomás Moro, en sus Bienaventuranzas desde la Torre, bienaventurados los que suelen descansar y dormir, sin buscarse excusas; llegarán a ser sabios. ¡Que cuides las horas de sueño!



Pues ya nos contarás. ¡Feliz verano!
Manuel Álvarez Romero.
Director del Centro Médico Psicosomático de Sevilla.
Presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática