24 junio 2014

De Campeones a perdedores. Mi agradecimiento a Vicente del Bosque.



Copio un artículo de Alfonso Aguiló de hace unos años, que es actual.
William Shakespeare dejó escrito que no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida.
Porque la vida de cualquier hombre, lo quiera o no, trae siempre golpes. Vemos que hay egoísmo, maldad, mentiras, desagradecimiento. Observamos con asombro el misterio del dolor y de la muerte. Constatamos defectos y limitaciones en los demás, y lo constatamos igualmente cada día en nosotros mismos.
Toda esa dolorosa experiencia es algo que, si lo sabemos asumir, puede ir haciendo crecer nuestra madurez interior. La clave es saber aprovechar esos golpes, saber sacar todo el oculto valor que encierra aquello que nos contraría, lograr que nos mejore aquello que a otros les desalienta y les hunde.
¿Y por qué lo que a unos les hunde a otros les madura y les hace crecerse? Depende de cómo se reciban esos reveses. Si no se medita sobre ellos, o se medita pero sin acierto, sin saber abordarlo bien, se pierden excelentes ocasiones para madurar, o incluso se produce el efecto contrario. La falta de conocimiento propio, la irreflexión, el victimismo, la rebeldía inútil, hacen que esos golpes duelan más, que nos llenen de malas experiencias y de muy pocas enseñanzas.
La experiencia de la vida sirve de bien poco si no se sabe aprovechar. El simple transcurso de los años no siempre aporta, por sí solo, madurez a una persona. Es cierto que la madurez se va formando de modo casi imperceptible en una persona, pero la madurez es algo que se alcanza siempre gracias a un proceso de educación –y de autoeducación–, que debe saber abordarse.
La educación que se recibe en la familia, por ejemplo, es sin duda decisiva para madurar. Los padres no pueden estar siempre detrás de lo que hacen sus hijos, protegiéndoles o aconsejándoles a cada minuto. Han de estar cercanos, es cierto, pero el hijo ha de aprender a enfrentarse a solas con la realidad, ha de aprender a darse cuenta de que hay cosas como la frustración de un deseo intenso, la deslealtad de un amigo, la tristeza ante las limitaciones o defectos propios o ajenos..., son realidades que cada uno ha de aprender poco a poco a superar por sí mismo. Por mucho que alguien te ayude, al final siempre es uno mismo quien ha de asumir el dolor que siente, y poner el esfuerzo necesario para superar esa frustración.
Una manifestación de inmadurez es el ansia descompensada de ser querido. La persona que ansía intensamente recibir demostraciones de afecto, y que hace de ese afán vehemente de sentirse querido una permanente y angustiosa inquietud en su vida, establece unas dependencias psicológicas que le alejan del verdadero sentido del afecto y de la amistad. Una persona así está tan subordinada a quienes le dan el afecto que necesita, que acaba por vaciar y hasta perder el sentido de su libertad.
Saber encajar los golpes de la vida no significa ser insensible. Tiene que ver más con aprender a no pedir a la vida más de lo que puede dar, aunque sin caer en un conformismo mediocre y gris; con aprender a respetar y estimar lo que a otros les diferencia de nosotros, pero manteniendo unas convicciones y unos principios claros; con ser pacientes y saber ceder, pero sin hacer dejación de derechos ni abdicar de la propia personalidad.
Hemos de aprender a tener paciencia. A vivir sabiendo que todo lo grande es fruto de un esfuerzo continuado, que siempre cuesta y necesita tiempo. A tener paciencia con nosotros mismos, que es decisivo para la propia maduración, y a tener paciencia con todos (sobre todo con los tenemos más cerca).
Y podría hablarse, por último, de otro tipo de paciencia, no poco importante: la paciencia con la terquedad de la realidad que nos rodea. Porque si queremos mejorar nuestro entorno necesitamos armarnos de paciencia, prepararnos para soportar contratiempos sin caer en la amargura. Por la paciencia el hombre se hace dueño de sí mismo, aprende a robustecerse en medio de las adversidades. La paciencia otorga paz y serenidad interior. Hace al hombre capaz de ver la realidad con visión de futuro, sin quedarse enredado en lo inmediato. Le hace mirar por sobreelevación los acontecimientos, que toman así una nueva perspectiva. Son valores que quizá cobran fuerza en nuestro horizonte personal a medida que la vida avanza: cada vez valoramos más la paciencia, ese saber encajar los golpes de la vida, mantener la esperanza y la alegría en medio de las dificultades.

01 junio 2014

Consumir dos o más porciones de pan blanco al día aumenta el riesgo de obesidad en un 40%

Consumir dos o más porciones de pan blanco al día aumenta el riesgo de obesidad en un 40% Según un estudio realizado en la Universidad de Navarra, cuyos resultados se han presentado en un Congreso Europeo sobre Obesidad 30/05/14 09:25 Laura Latorre Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Navarra dentro del proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) pone de manifiesto que el consumo de dos o más raciones al día de pan blanco (cada ración son 3 rodajas) incrementa el riesgo de sobrepeso/obesidad en un 40%, en comparación con quienes optan por reducir este consumo a una ración por semana. Los resultados se han dado a conocer por los profesores Miguel A. Martínez-González y Maira Bes-Rastrollo, de Medicina Preventiva y Salud Pública, en el transcurso del Congreso Europeo sobre la Obesidad, celebrado en Sofía, Bulgaria. Ambos investigadores están integrados en el Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBER-OBN). Pocos estudios han investigado la relación entre el pan y la obesidad. En esta investigación, los autores evaluaron la relación entre el pan blanco y el cambio de peso en una cohorte mediterránea de España, donde el pan blanco es el alimento básico.
Los investigadores siguieron a un total de 9.267 graduados universitarios del proyecto SUN durante un periodo medio de 5 años. Al inicio del estudio se tuvieron en cuenta los hábitos alimentarios realizando un cuestionario validado de frecuencia de alimentos. No hay asociación entre ingerir pan integral y el sobrepeso Los resultados mostraron que el consumo en conjunto (pan blanco y pan integral) no se asoció con un mayor aumento de peso. Por el contrario, la ingesta de únicamente pan blanco se asoció directamente con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad. Así, los participantes que consumían dos o más raciones al día eran 40% más propensos a desarrollar este trastorno que los que tomaban una ración por semana o menos. No se observó asociación significativa entre el consumo de pan integral y el sobrepeso/obesidad. "La naturaleza de los hidratos de carbono, el contenido de fibra y otros micronutrientes en el pan integral y la absorción más lenta de carbohidratos pueden explicar la falta de asociación entre el consumo de éste y la obesidad ", según concluyen los autores

10 mayo 2014

Ayer 9 de mayo,, falleció los 97 años Mercedes Salisachs. Descanse en paz. Una entrevista de hace unos años.


Mercedes Salisachs nació en Barcelona en 1916, en una familia de la alta burguesía catalana. Se casó muy joven, tuvo cinco hijos y se hizo escritora ante la mirada reprobatoria de la alta sociedad a la que pertenecía. Tiene 31 libros publicados y millones de ejemplares vendidos. Su obra más conocida (aunque no la mejor, según ella), es “La gangrena”, que ganó el Planeta en 1975 y ya va por su 55ª edición. Acaba de celebrar su 91 cumpleaños alumbrando un nuevo “hijo” literario, “Entre la sombra y la luz” (Ediciones B). Y no piensa detenerse aquí.

MUJER HOY. ¿Es “Entre la sombra y la luz” una novela de amor?

MERCEDES SALISACHS. Bueno, tiene un poco de todo. Trata del enamoramiento, que la gente confunde con el amor y que dura muy poco; el amor es lo contrario: viene despacito, porque conoces a la persona. También es la historia de un hombre muerto que quiere conquistar a su mujer, aún viva, a la que en vida trataba a patadas. Y tiene algo de historia de fantasmas. Muchos de los fenómenos que narro son reales, me han pasado a mí y a gente que conozco.

MH. ¿Tiene algo de autobiográfico el personaje de Juana, la protagonista?

M.S. No, está basado un poco en una amiga mía. Cuando murió su marido, se destapó como una escultora estupenda, a la que nadie había hecho caso antes.

MH. Pero usted también sufrió esa incomprensión cuando empezaba a escribir.

MS. Sí, fue algo similar. Esa cosa horrible que llaman “alta sociedad” no concibe salir de sus pequeños criterios. Que yo escribiera les parecía espantoso; y más porque eran libros duros, ajenos a la novela rosa. Los intelectuales tampoco aceptaban que una señora “bien” escribiera. Y, aunque ABC siempre se portó bien conmigo, a la prensa tampoco le gustó lo de la “señora que escribe”. ¡Si a mí ser señora me importa un pepino! Pero al final logré estar a bien con todos. Y es que yo quería escribir desde pequeñita.

MH. Pero siempre hablamuymal de sus inicios.

MS. ¡Uy! ¡Un desastre! Empecé mi carrera con un fracaso sonadísimo. Pero dos personas me apoyaron: Eugenio D’Ors, que dijo cosas muy bonitas de mis escritos y me animó, y Enrique Jardiel Poncela, que me escribió una carta preciosa. Yo fui a verle a un café en el que escribía y nos hicimos muy amigos. Murió poco después. Conservo algunas cartas suyas y creo que incluso escribió una poesía para mí. Pero “Primera mañana, última mañana” fue la única novela seria de esa época. Descubrí cómo tenía que escribir y ya no paré.

MH. ¿Le resultó todo más difícil por ser mujer?

MS. No mucho. Ya había muchas mujeres que escribían: Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Carmen Laforet... Martín Gaite era simpatiquísima, buenísima. Cuando la conocí estaba empezando a escribir. Su marido, Rafael Sánchez Ferlosio, ya era premio Nadal. Ana María Matute y yo también nos conocimos de jovencitas. Yo le tenía una gran admiración, la quiero mucho y creo que ella también me quiere. Lo pasó mal en su matrimonio. Su marido era muy buen escritor, pero un ser alocado y rarísimo. Ella merece ser académica. porque conoce el castellano de maravilla.

MH. A usted le han criticado, como catalana, que escriba sólo en castellano.

MS. Es que en Cataluña no hay nadie que hable bien el castellano. Yo me he pasado años aprendiéndolo y creo que hoy puedo competir con un vallisoletano. Es una barbaridad esto del bilingüismo. Pero no me siento poco considerada en Cataluña, siempre me invitan a los eventos literarios.

MH. También tuvo problemas con la censura, durante el franquismo.

MS. Sí, y eso que me han tachado muchas veces de franquista. ¡Qué va! Al principio sí, porque pensaba que Franco daría paso a la monarquía, pero cuando vi que aquello era una dictadura... En “Una mujer llega al pueblo” hablaba, ridiculizándolo, de lo que pasaba en el país. La censura no lo pasó, pero ya estaba aceptado en Francia y al final me dejaron publicarlo, cortándolo muchísimo.

MH. Y ahora tiene un nuevo libro en mente.

MS. Sí, quiero hacer una biografía novelada de la reina Victoria Eugenia, la mujer de Alfonso XIII. Mi idea es presentarla cuando ya es vieja y viaja a España, tras 37 años de exilio, para asistir al bautizo del príncipe Felipe. Se aloja en el palacio de Liria y empieza a recordar su vida, todas sus desgracias y felicidades y todas las traiciones que sufrió, que fueron muchas.

MH. Sus libros están llenos de personajes imperfectos. No tiene mucha fe en el ser humano.

MS. Ninguna. No la tengo en mí, ¿cómo la voy a tener en otros? Claro que ahora soy más vieja y tengo criterio. Empecé a tenerlo cuando murió mi hijo Miguel, a los 20 años. Él era extraordinario, muy espiritual. Quería irse a vivir al campo y pintar. Pero tuvo un accidente de coche cuando iba con su maestro a ver a Picasso y murió. Yo pensé que la mejor manera de estar cerca de él era ser como él. Y cambié. Lo tengo presente todo el tiempo. A veces hasta me iba a su estudio, para ver si se me aparecía, pero no [ríe]. Y ya han pasado 50 años.

MH. Hablamucho del paso del tiempo en sus libros. ¿Cómo lo siente ahora, a sus 91 años?

MS. Soy vieja, sí, soy vieja. Siempre creí que iba a morir muy joven y ya ves. La vejez es la mejor época de la vida. No tengo pasiones ni ambiciones y me siento plácida, como si estuviera flotando y viéndolo todo desde lejos. Si no fuera porque el cuerpo no responde y porque casi todas las personas que he querido se han marchado ya... Me quedan dos o tres amigas de mi edad. Pero bueno, tengo otras más jóvenes, como Carmen Rigalt o Begoña Aranguren, a la que conocí cuando me llamó para “Epílogo”, esa entrevista de televisión que emiten después de que una muera.

MH. ¿Piensa usted en la muerte?

MS. Mucho. Es lo único infalible de la vida. No me asusta nada, estoy encantada de morirme. Sánchez Dragó, también amigo mío y un loco delicioso, me preguntó cómo me gustaría morir. Y le dije: “Sonriendo”.

MH. Y asegura que nadie la recordará.

MS. Claro, ¿quién se acuerda ya de D’Ors, que era como el Papa en mi época? Además, no me importa. Prefiero vivir el momento, que me dé un poco de alegría.

MH. Entonces, ¿no le queda nada por lograr?

MS. Me gustaría ver un libro mío en el cine. Cuando salió “La gangrena”, el productor Pepón Corominas se entusiasmó. Me decía que íbamos a hacer una película fantástica, que iba a buscar al mejor director, que yo haría el guión... Y un día, a punto ya de firmar el contrato, me llamó: “Mercedes, que no vamos a hacer “La gangrena” porque tengo un cáncer y me estoy muriendo”. Y falleció a los pocos días, pobrecito. Pero mis obras son muy cinematográficas. Puede que logre que me adapten alguna.

MH. ¿Qué opina del panorama literario español?

MS. ¡Que no existe! Todo lo que es motivo de escándalo se convierte en libro, y los textos malos se tratan igual que los buenos. Yo ya no puedo perder tiempo leyendo porquerías. Pero hay algunos bonitos, como el de Lucía Etxebarria, “Un milagro en equilibrio”, que está lleno de ternura.

MH. ¿Y de la llamada “literatura femenina”?

MS. No creo en eso. Y opino que las editoriales que la promocionan sólo logran que los hombres no lean esos libros.


UNA VIDA EN IMÁGENES

• En familia. “Siempre he querido mucho a los míos. Sufrí mucho cuando murió mi hijo Miguel, en 1958. Y al enfermar mi marido dejé de escribir durante 10 años. Ahora sólo lo paso mal cuando me cuentan cosas tristes de mi familia,” (en la foto, con sus nietos Ana y Miguel, en 1962).

• Entre escritores. “Carmen Martín Gaite y yo compartimos habitación en un congreso de escritores en Mallorca, en 1959. Nos hicimos amigas. Estaba preocupada por su hermana Anita –le acababa de dejar el novio–, y le dije que la mandara a nuestra finca de la Costa Brava, donde la animamos entre todos. En el mismo evento estaba Miguel Delibes, al que yo conocía a través de su mujer. Mi marido consiguió que nos prestaran el barco para la foto”.

• Planeta Lara. “Me presenté al Planeta en 1953, con seudónimo. En la cena del premio, que no gané, me hice presentar a José Manuel Lara. Él me dijo: “Había una novela mejor que la ganadora, pero la censura la habría prohibido”. Me empezó a contar la trama y cuando acabó, le dije: “Usted cree que le ha dado un premio al ganador. Pero me lo acaba de dar a mí. Yo soy la autora de ese libro”. Ganó el Planeta, finalmente, en 1975 (en la imagen).
09 oct 2007

Rosa Gil

19 abril 2014

 



El doctor Pérez Almeida en La mañana

¿Te "chasca" la mandíbula?

Jueves 17/04/2014




Foto Morguefile





Entonces puedes tener un trastorno temporomandibular. En los últimos años el aumento de casos ha sido tan espectacular que se calcula que lo padece entre un 30 y un 40% de la población, muchos sin saberlo.
 
La causa mas evidente de estos problemas mandibulares es el estrés.  “Cuando estás nervioso aprietas los dientes, algo que se denomina bruxismo. Es algo casi fisiológico”, explica el doctor Pérez Almeida en La Mañana. “El problema es cuando te llevas ese estrés a la cama y se continuan apretando los dientes”. 

“Al final lo que sucede es que se contrae la musculatura de la cara, del cuello y de la espalda y nos levantamos con un dolor como si nos hubiéramos metido una paliza en el gimnasio”. 

¿Cómo solucionarlo? “Lo ideal sería meternos en la cama y desconectar. Pero si el problema llega hasta el punto de desgastar los dientes hay que poner una férula de resina que lleva a la mandíbula a una posición relajada”.
 
Además, apretar tanto los dientes tiene otras consecuencias. “Forzamos una articulación temporomandibular lo que puede provocar dolor cerca del oído.  No es un problema de otorrino sino de maxilofacial”. 

Si quieres escuchar en @LaMananaCOPE la entrevista completa PINCHA AQUI
 

30 marzo 2014

Siete implantes dentales en una persona con la enfermedad de huesos de cristal

26/03/14  
Especialistas del Departamento de Cirugía Oral y Maxilofacial y de la Unidad Dental de la Clínica Universidad de Navarra han conseguido realizar con éxito siete implantes dentales en una persona afectada por la enfermedad de los huesos de cristal (osteogénesis imperfecta), sin utilizar injertos óseos.
 
 
 
 
 
 
 
Equipo Maxilofacial y Unidad Dental. De izquierda a derecha, la técnico prostodoncista Mónica Goñi, la auxiliar Mª Puy Echeverría, la doctora Esperanza Sádaba, la enfermera July Martínez, el doctor Raúl Larraga (director Unidad Dental), el doctor Gonzalo Herrera, la auxiliar Lydia Ayerra, el doctor Manuel Sánchez-Moliní y el doctor Luis Naval (director Cirugía Oral y Maxilofacial de la Clínica). FOTO: Manuel Castells
 
En los últimos 15 años, en la literatura científica, aparecen descritos 6 casos. Según indica el director de Cirugía Oral y Maxilofacial de la Clínica, el doctor Luis Naval, en la mayor parte de ellos se recogen casos "en los que se ha tenido que realizar algún tipo de regeneración ósea por falta de hueso adecuado debido a la enfermedad. De este modo, el tratamiento de implantes dentales se complica ya que precisa injertos de hueso, en su mayor parte tomados de la cadera, o de la propia mandíbula, alargando el tratamiento y añadiendo más intervenciones a personas que ya han sufrido muchas cirugías".
 
"Realizamos todo el procedimiento sin utilizar injertos óseos, por lo que la recuperación fue mucho más rápida"
El tratamiento
El especialista recuerda que el paciente llevaba años siendo tratado con bifosfonatos  con el fin de aumentar la calcificación ósea, un tratamiento que en los últimos años se ha comprobado que puede generar necrosis óseas en los maxilares ante pequeños traumatismos, "lo que suponía un riesgo añadido", explica.
Para evitar este efecto adverso, el equipo de especialistas de la Clínica determinó suspender el tratamiento para la osteoporosis durante unos meses. Para la intervención se administró sedación y anestesia local al paciente. "De este modo pudimos realizar todos los tratamientos en dos fases, separadas una y otra por varias semanas, colocando entre tanto prótesis provisionales".
En la primera fase de la intervención se procedió a la extracción de las piezas dentales. A continuación, los cirujanos maxilofaciales escogieron una técnica denominada "cortical split", consistente en provocar una fractura "controlada" (en tallo verde) del hueso maxilar para poder ensancharlo, colocar el implante y rellenar el defecto con virutas óseas del propio paciente, junto al empleo de un biomaterial en determinadas zonas que precisaban un aumento de la anchura de la mandíbula. "Realizamos todo el procedimiento sin utilizar injertos óseos, por lo que la recuperación fue mucho más rápida y en cuatro meses ya estaban listos los implantes para utilizarlos", describe el doctor Naval.
En general, la osteogénesis imperfecta afecta al colágeno del organismo, de ahí la fragilidad que se genera en los huesos de estos pacientes que con frecuencia sufren fracturas ante traumatismos leves. "Estos pacientes muestran, en muchos casos, dientes quebradizos e infecciones dentarias, de forma que hay que terminar extrayendo piezas dentales, con lo que su calidad de vida empeora, añadiendo esta circunstancia a las frecuentes fracturas óseas que pueden sufrir en casos severos como el que hemos tratado", destaca el especialista

07 marzo 2014

"Madurez psicológica y felicidad"

Fernando Sarráis: "Cuando educamos a nuestros niños para que no sufran les estamos generando el miedo a sufrir"


El psiquiatra aboga en su libro "Madurez psicológica y felicidad" por encarar el sufrimiento desde la entereza para encontrar la felicidad
 
 
 
  
Descripcion de la imagen Salud, dinero y amor. Tres constantes que históricamente han moldeado y condicionado la felicidad. Sin embargo, hay estudios psicológicos que desmontan las virtudes de este presunto trinomio de plenitud frente a un parámetro que se sucede en todas las culturas, sociedades y épocas: la actitud positiva ante las circunstancias, ya sean de dolor o de dicha. El doctor Fernando Sarráis, licenciado en Psicología y especialista en Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra y profesor de Psicopatología de la Educación y Psicología Social en la Universidad de Navarra, disecciona en su nuevo libro ese parámetro de felicidad, cuyo secreto, tan sencillo como complejo, reside en el interior de las personas, en la madurez psicológica. "Se puede ser físicamente muy adulto pero ser como niños por dentro, muy inmaduros", asegura. "Madurez psicológica y felicidad" (EUNSA) nos recuerda que el camino hacia la plenitud también está en saber sufrir.
¿Madurez psicológica y felicidad son sinónimos?
El libro da pistas sobre qué es la madurez y cuál es la razón de la inmadurez, sabiendo que las personas maduras tienen muchas más posibilidades de ser felices. Los inmaduros, que es una palabra del lenguaje vulgar, se han llamado de manera técnica, neuróticos. En los investigadores de la personalidad existe una dimensión de la personalidad casi universal que todas las personas tienen, una dimensión bipolar: tiene una parte positiva, que es el autocontrol, y una parte negativa que es el neuroticismo. El neuroticismo se caracteriza por tener emociones negativas, muy constantes y muy intensas. Y las emociones negativas son las que dominan en personas neuróticas, es decir, inmaduras.
Educación hipertrofiada¿Y el problema de fondo es que vivimos en una sociedad esencialmente inmadura y por tanto, neurótica?
Sí. Es una sociedad que prima el placer. Y el placer es sentirse bien para no sentirse mal, de manera que lo importante es el sentimiento, la afectividad, no la razón y la voluntad. Cuando hipertrofiamos a nuestros niños para que no sufran, para que no se sientan mal, lo más probable es que les generemos el miedo a sufrir. Y la única manera de quitar el miedo a las cosas que hacen sufrir es sufrirlas. Si una persona se acostumbra desde pequeña a evitar las emociones negativas que le produce el mundo, de adulto le cuesta mucho más aprenderlo. Ahora mismo hay en psicología un término importado del inglés y que está muy de moda: la "resilience" o "resiliencia", es decir, ser resistente y fuerte, aguantar el impacto de lo negativo. En la búsqueda de la felicidad, en el autocontrol, hay una psicología positiva que se fundó en 1999 por un americano de Pensilvania, Martin Seligman.
¿Y cuáles son las claves de esa psicología positiva?
Seligman trata de enseñar a la gente a pensar, imaginar, sentir, percibir, recordar y comportarse en positivo. Si alguien se pone violento, podrá desahogar su ira, pero en el fondo se va a sentir mal. Porque nadie se siente bien cuando se ha portado mal. De manera que se trata de hacer cosas positivas que nos hagan sentir bien a corto y largo plazo. Pensar en positivo siempre me va a hacer sentir bien. Y sabiendo que el mundo, cuando es negativo, me va a suscitar pensamientos negativos, hay que hacer el esfuerzo de pensar en positivo. Es en realidad lo que dice el refrán: poner buena cara al mal tiempo.
Saber sufrirAsí que hay que aprender a sufrir
Sí. Hay que aprender a sufrir con buen humor, con paz y alegría. Los bebés, cuando tienen hambre o están sucios, lloran. A lo que hay que aprender, cuando se es adulto, es a estar contento cuando se tiene hambre y se está sucio. Las personas admirables sufren y nunca te dirán que han llevado bien ese sufrimiento. Sería vanidoso y orgulloso. Te dirán, "he hecho lo que he podido".
Así que la madurez se muestra especialmente en las situaciones adversas. Porque usted dice en el libro que gente aparentemente madura, se rompe cuando algo va mal.
La madurez y la inmadurez tienen grados. Una persona que es tremendamente inmadura, lo es siempre y en todo lugar. Una persona con cierto grado de madurez, la tiene en las situaciones positivas. ¿Cuándo se nota si la madurez es sólo superficial o profunda? Cuando el mundo es duro y difícil, cuando hace sufrir. La madurez verdadera aflora en las dificultades. Y en el fondo, la madurez tiene que ver con la libertad. El ser maduro es más libre internamente. El inmaduro lo es sólo de forma externa, superficial, epidérmica. La libertad interior consiste en dominar desde la voluntad las funciones psíquicas: imaginación, memoria, percepción, pensamiento y afectividad. La verdadera libertad es la interior.
No qué quiero ser, sino cómo quiero ser¿Qué lugar ocupa la educación en la formación de una personalidad madura? Usted dice en el libro que se pregunta a los niños qué quieren ser, pero no cómo quieren ser.
Claro. En el colegio y en la universidad hay muchas horas dedicadas a aprender las distintas materias de conocimiento, pero no se enseña desde pequeño a quitar los miedos, las vergüenzas, a tener seguridad, confianza, autoestima... No se enseña a controlar las emociones. Hay jóvenes que fuman su primer porro por no ser tachado de cobardes por el resto de sus amigos. Actúan por miedo. Y no se puede esperar a que algo ocurra y que pase el miedo. Hay que trabajarlo día a día porque si esperas 10 años, ese miedo estará mucho más arraigado y será más difícil de eliminar.