28 febrero 2009

Despidiendo a Febrero 2009

"Como es posible que no haya Dios existiendo el amanecer y la confianza en los ojos de los niños. Cómo es posible que no haya Dios existiendo el azul, el amarillo y el viento" (Eduardo Chillida 1924-2002 .San Sebastián)

Aprender


LASTRE EMOCIONAL (para cualquier edad, nunca es tarde el afán de mejorar y hacer la vida agradable a los demás)

Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net


— ¿Y en qué medida tienen remedio los aprendizajes equivocados de la infancia o la juventud?
Parece claro que los problemas más comunes de esas edades (por ejemplo, sentirse habitualmente ignorado y falto de atención o de afecto, verse rechazado en el entorno escolar, etc.), dejan su huella.
Sin embargo, esas heridas emocionales que muchas personas llevan profundamente grabadas, pueden cicatrizarse y curar. Es cuestión de aprender a relacionarse de manera inteligente con ese lastre emocional que toda persona lleva en su vida.
— ¿Y cómo se aprende?
Esas heridas emocionales pueden habernos hecho, por ejemplo, susceptibles e inestables. En ese caso, tendremos la impresión de no poder evitar una respuesta hostil casi automática ante determinados estímulos. Sin embargo, aunque no siempre podamos controlar bien cuándo seremos víctimas de una reacción interior de enfado o de encrespamiento, sí podemos ejercer mucho más control sobre la medida en que esa reacción interior se hará con el control de nuestro estado emocional; cómo lo manifestaremos externamente; cuánto tiempo durará.

Ese nivel de autocontrol bien podría ser un índice del avance en ese proceso de maduración emocional (de liberación de ese lastre emocional), puesto que la capacidad de contener la exteriorización del enfado y el tiempo de recuperación del equilibrio interior muestran la madurez de las respuestas que la inteligencia da a nuestras reacciones primarias espontáneas.
Cuando nuestras reacciones son demasiado exigentes con uno mismo o con los demás, o son de tipo victimista, o hiperdefensivas, o con aire de suficiencia, se desarrollarán estilos emocionales frustrantes (con sentimientos de desesperación, tristeza, resentimiento, hiperculpabilidad, etc.) que, además, suelen fácilmente desbordarse y afectar también a otros ámbitos de nuestra vida.
— ¿Y en qué medida afecta esto, por ejemplo, al rendimiento académico o profesional?
El deseo de aprender, el autodominio, la capacidad de relación y de comunicación, la capacidad de comprender a los demás y hacerse comprender por ellos, o de armonizar las propias necesidades con las de otros, etc., son habilidades que si se logran desarrollar en el entorno familiar, permiten partir con una indudable ventaja en la vida académica y profesional. La capacidad de abstracción, o de pensar de forma sistemática, o de asociarse o concertar voluntades en torno a un proyecto común, o la creatividad, son ejemplos de capacidades emocionales importantes para la vida que no son fáciles de incluir en los currículos académicos.

15 enero 2009

Cómo hacerse sin deshacerse


Cómo hacerse sin deshacerse
Aquilino Polaino-Lorente. Psiquiatra, Doctor en Medicina, Licenciado en Filosofía y Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid.
Conferencia pronunciada en el Colegio Mayor Montalbán, enero de 1997.



Un principio que parece aceptable es éste: el hombre “es”, pero no “está hecho”. Cuando nace es sólo una posibilidad de proyecto. Por supuesto, no puede hacerse solo, ni cualquier cosa que quiera, porque hay factores condicionantes de la trayectoria de toda persona humana.
Pero los condicionamientos no son tantos ni tan vigorosos que anulen la libertad. Ser libre significa tener la vida en las manos. Lo que resulte dependerá del uso que se haya hecho de la libertad. Siempre estamos eligiendo; incluso, cuando no elegimos, estamos eligiendo no elegir.
Con la libertad nos “hacemos”. Pero hay muchas personas que, en el empeño de “hacerse a sí mismas” se “deshacen”. Por otra parte, hay también personas “muy deshechas” que, con la ayuda de otras, se “rehacen”. Durante nuestra vida, hay momentos en que “nos hacemos” y otros en que “nos deshacemos”. El resultado depende de muchas cosas y circunstancias que no hay tiempo de analizar ahora. Pero el resultado de nuestra actividad depende del “proyecto” que cada uno se haya hecho para su propia vida.
Siempre que actuamos lo hacemos por algo y para algo; nos proponemos un fin, una meta. Si no lo hiciéramos así, nuestro comportamiento no tendría sentido; en el fondo significaría que no tenemos proyecto alguno y probablemente nuestras acciones no podrían llamarse humanas: podrían ser meros actos reflejos, como los de los seres irracionales. Para realizarse como persona, es menester tener un proyecto racional, pensado, reflexionado.
Cuando un hombre o una mujer tiene un proyecto de vida, cuando concibe un proyecto acerca de su ser personal, él mismo, ella misma, se proyecta, se lanza con armas y bagaje a la realización de ese proyecto porque se ha comprometido con él. Entonces ese proyecto pasa a ser vida vivida, fin de la existencia, compromiso radical y profundo. Y con un talante decidido se impide que haya la más mínima fisura que lo debilite o tuerza. Sin proyecto, damos bandazos y acabamos en la frustración.
Elegir un proyecto, proponerse una meta, implica excluir cosas que no encajan en él, que no son de nuestro estilo, que no caben en nuestro programa. Elegir implica renunciar. Cuando hay una conducta motivada por un proyecto, uno se alegra de las renuncias que conlleva, porque está comprometido con la opción que ha hecho.
Esta es la manera de enriquecer la personalidad. De lo contrario, vamos dando vueltas a las cosas a las que hemos renunciado, o esquivando el bulto al compromiso asumido, y así la elección -el ejercicio de la libertad- no tiene mucho sentido. Así, las circunstancias nos llevan por donde no queremos ir. Pero no porque sean más fuertes que nosotros, sino porque nos rendimos, porque nuestro proyecto no tenía fuerza, carecía de valores con garra. Así, puede suceder que uno lleve arrastrándose por este mundo durante cincuenta años y no sabe qué está haciendo en él; no ha sabido qué hacer consigo mismo.
Para saber qué hace consigo mismo, y hacerse un proyecto coherente y satisfactorio, es preciso conocerse a sí mismo; tarea no fácil. Se cometen muchos errores, en este sentido, Hay muchos chicos que descubren a los cuarenta años la gran capacidad que tienen para aprender, por ejemplo, ruso. Pero llegan tarde. Si lo hubieran descubierto a los dieciocho años, a los treinta serían los europeos que mejor hablarían ruso. Pero nadie les ayudó a descubrir que tenían esa capacidad de modo innato. Se cometen muchos errores en el conocimiento propio por estimarse a la baja, es decir, por infraestimación.
En este aspecto, la pedagogía de padres y profesores se ha equivocado con frecuencia. No hemos descubierto los valores positivos que tenían nuestros hijos o alumnos. No hemos puesto el rodrigón para que crecieran en sus valores innatos. “¡Lucha, contra tus defectos!”, hemos dicho, cuando por cada defecto arraigado en ese joven hay cinco, seis, diez, veinte, cien valores dominantes, que son lo que hay que desarrollar. Esa persona, quizá lo ha pasado mal tratando de erradicar un defecto, por ejemplo, el desorden: está todo el día peleándose con el armario, no sabe dónde poner los zapatos, los calcetines, etc.; y, sin embargo, le hubiera costado poco desarrollar otros valores que tenía en estado potencial o ya muy crecidos como, por ejemplo, la magnanimidad, la puntualidad, la simpatía, la constancia, la generosidad...
Con muy poquito esfuerzo hubiera crecido en un montón de virtudes y hubiera hecho felices a muchas personas. Pero como nadie se los mostró, no ha crecido. Y tiene un concepto negativo, pésimo de sí mismo, porque sabe que es un desordenado, y cree que es un desastre, que siempre tiene los libros arrugados... Tiene una pésima imagen de sí mismo, pero es que nadie le ha descubierto el lado positivo que tenía y en el que podía crecer.
Luchando de una manera negativa casi nunca se consiguen virtudes. Desarrollando los valores positivos que cada persona tiene y libremente quiere desarrollar, con ayuda de los demás, es como se logran las virtudes, que es lo que hace valiosas a las personas. Hay que acabar con la pedagogía varada en lo negativo, porque sólo es compatible con el más radical pesimismo antropológico. Lo cierto es que la persona, hombre o mujer, es un maravilla; cada persona es única, irrepetible e insustituible.
Por lo tanto, hay que ahondar: ¿quién soy yo? ¿qué valores tengo? ¿qué valores puedo alcanzar? ¿Cómo puedo sacar partido de los valores que tengo?
Hay que proponérselo, proyectarse activamente, lanzarse hacia unos valores concretos y desarrollar las virtudes correspondientes. ¿Cómo? Ejercitando la virtud, no hay otro modo. ¿Usted quiere ser más simpático? Pues empiece a sonreír más, estírese los músculos faciales. Primero le saldrá una sonrisilla de conejo, pero no importa; llegará un momento en que los músculos fácilmente se estirarán. La simpatía no se consigue haciendo un máster, sino ejercitándola, con estimaciones que no sean a la baja.
Creciendo en la virtud de la alegría, se hace feliz a mucha gente. Al menguar en la virtud de la alegría nos quedamos solos y nos sentimos aislados, y además refunfuñamos, espantamos y hacemos desgraciados a la gente que nos tiene que cuidar. Hemos perdido los papeles porque no nos hemos conocido, nos hemos infravalorado, no hemos sabido desarrollar los valores que ya teníamos, y nos hubiera costado poco aumentarlos.

17 diciembre 2008




Te deseamos una Feliz y Santa Navidad, junto a tus seres queridos




Felíz año 2009



"Cuando llegan las Navidades, me gusta contemplar las imágenes del Niño Jesús. Esas figuras que nos muestran al Señor que se anonada, me recuerdan que Dios nos llama, que el Omnipotente ha querido presentarse desvalido, que ha querido necesitar de los hombres. Desde la cuna de Belén, Cristo me dice y te dice que nos necesita, nos urge a una vida cristiana sin componendas, a una vida de entrega, de trabajo, de alegría.

No alcanzaremos jamás el verdadero buen humor, si no imitamos de verdad a Jesús; si no somos, como El, humildes. Insistiré de nuevo: ¿habéis visto dónde se esconde la grandeza de Dios? En un pesebre, en unos pañales, en una gruta. La eficacia redentora de nuestras vidas sólo puede actuarse con la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y sintiendo la responsabilidad de ayudar a los demás."


(San Josemaría,Es Cristo que pasa, nº 18.Ediciones Rialp) .

http://www.escrivaobras.org/

11 diciembre 2008

FELIZ NAVIDAD.

Aunque todavía estamos a 11 de diciembre, te animo a que prepares la Navidad por dentro.
Falta poco. Depende de ti.

15 noviembre 2008

LAS MANOS QUE TRABAJAN
Juan Ramón Jiménez, en «El andarín en su órbita».


«La mano. ¡Qué gran elemento de cultivo la mano del hombre! Ya he hablado de la mano del hombre muchas veces. Es una obsesión favorita mía. ¡Qué esquisito ver, éste de la relación entre la mano y el cerebro! La mano que obedece las leyes del cerebro con tal ajilidad, soltura y exactitud, esta armonía de pensamiento y acto en mano y cerebro.

«El artista, el científico, el escritor, ¿no son trabajadores manuales? La letra de un escritor que en realidad es la forma de su idea o de su sentimiento, digo su logro, ya que nunca se realiza mejor un poema que poniéndose a escribirlo, porque en el aire no se concierta nada ¿no es un producto manual? Pues ¿y los dedos de un pintor, de un escultor, de un pianista, de un director de orquesta, de un cirujano, de un médico que percute un pecho, un intestino; de un astrónomo en su telescopio, de un químico en su microscopio, de un injertador, de un carpintero. Una mecanógrafa ¿no puede realizar con sus dedos alga tan pulcro, tan exacto, tan bello como un pianista en una sonata?


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(Esku XXII-ManoXXII) 1979



EDUARDO CHILLIDA(SAN SEBASTIÁN 1924-2002)

«Es necesario que nos acostumbremos a ser, considerarnos todos obreros manuales de otros o de nosotros mismos y a considerar lo que sale de las manos, en gran parte por las manos como un arte superior. Por este cultivo, esta cultura, nos hermanaríamos mejor que por ningún otro medio de simpatía. Yo detesto coda día más esas manos intactas como plantas inútiles con flor de dedos y me acerco más a quienes tienen manos trabajadas. Todos los hombres que trabajamos, digo todos los hombres, pues el hombre que no trabaja con su cabeza y sus manos, en proporción mayor y menor de acuerdo y condición ¡no es un hombre! Ni es una mujer la que sólo utilice sus manos para pintarse sus uñas, encremarse la carne, destruir o acariciar. No es bastante eso para ser mujer. Todo eso lo hace mejor un mono o una gata.

«Qué cosa tan profunda se dice cuando se dice "mano de obra", la "mano de obra" de un trabajador. Por la mano de obra, tanto. Y ¿cómo se paga una buena mano de obra? Todo buen "maneador de obra", congratúlense los que se disculpan de no ser "¿intelectuales?", es un gran intelectual.

«¡Y qué palabras tan bellas "manejador", "manijero"...! Y qué palabra tan fea "manoseador", el que emplea las manos en no llegar a nada, en gastar, en destruir cualquier cosa.

«¡Qué encantadora armonía el uso de las manos de la niñera de un niño, el alzarlo, el mecerlo, el vestirlo, el lavarlo, el entretenerlo con jestos relacionados con la fantasía. Qué delicia ver las manes de Toscanini dirijiendo y qué encanto no habrá sido el ver modelando las manos de Miguel Angel (...).

«Si yo consiguiera, en está reflexión, ayudar a los que no se hubiesen dada cuenta nunca de este tesoro de sus manos, de esa felicidad de tener unas manos obedientes a su espíritu para cualquier cosa, me quedaría contento, orgulloso como debiera estarlo, si es necesario, el buem empleador de ellas. Sería feliz como él.

«Aplaudir con sinceridad, con gozo, con alegría también puede ser un buen empleo de las manos, sobre todo si se goza lo que se aplaude. Cerrar la mano nunca es bello, los dedos cerrados están muertos y por algo los árabes condenan a un ladrón a cerrarle las manos y enyesarlas para que las uñas le taladren las palmas. Cerrar las manes es propio del avaro de todas las cosas, de dinero, de afecto, de caricia, de ilusión. Un puño es la expresión más mala de una mano y si ese puño se enarbola, es el jesto más bajo del hombre»

01 noviembre 2008

Un canto a la vida

Una canción de Joan Manuel Serrat, que es un canto a la vida, a nuestra vida: la maravilla de las maravillas (video duración 6' 20").