05 mayo 2012

Fernando Sarráis."Conocerse es más difícil que aprender inglés"

Fernando Sarráis piensa que una persona que ha sufrido mucho y está amargada no es muy admirable, al contrario que una que sufre y lo lleva bien, y se fortalece por dentro. Reproduzco una entrevista editada el pasado 16/04/2012 por la periodista Clara Simón Vázquez en Diario Médico Fernando Sarráis, psiquiatra de la Clínica Universidad de Navarra, acaba de publicar un libro -Análisis psicológico del hombre en la Colección Astrolabio Salud de Ediciones Eunsa- sobre el análisis psicológico del hombre, en el que dice que vivimos en una sociedad hipertrofiada con el culto a la imagen, pero atrofiada en su interés por la persona interior, que es el factor principal de la felicidad. Ante una situación de crisis, tener una actitud de lucha, de reto personal por defender la paz y la alegría interior, es un buen escudo defensivo
¿Es necesario saber quién es uno para ser feliz? -Para ser feliz, y no sólo sentirse bien o no sentirse mal, es necesario ser libres y buenos. La libertad pertenece a la voluntad y la bondad de cada actuación la conocemos por un juicio de la razón. Si una persona no se conoce, y, por tanto, no sabe qué es lo bueno para él en cada momento de su vida y si actúa libremente o por impulso de su afectividad, no sabrá si va por el camino que conduce a la felicidad o por el de la frustración, insatisfacción y depresión crónica. Algunas personas creen que van por el buen camino porque hacen lo que hacen los demás de su entorno o porque sienten emociones placenteras, confundiendo el placer con la felicidad, y como las emociones atraen mucho la atención, no se dan cuenta del vacío interior que van desarrollando. ¿Hay alguna receta sencilla para ser feliz? - No. Lo sencillo es para lo fácil y lo simple. Conocerse es más difícil que aprender inglés. Ser dueño de uno mismo y no ser esclavo o adicto a los reclamos externos que nos producen emociones y sensaciones agradables requiere una lucha diaria y es más difícil que ponerse en forma física. Ser feliz, que es hacer lo que debo porque me da la gana, requiere capacidad de sacrificio, que no es lo mismo que decir porque me apetece. ¿Se puede enseñar a ser feliz? -Sí. Pero para enseñar algo hay que saber: nadie da lo que no tiene. Y hoy día hay pocos expertos en este arte de ser feliz. En cambio, hay muchos en triunfar en la vida: en el trabajo, en las relaciones sociales, en el deporte. Como el éxito produce cierta euforia, que es una emoción positiva intensa, se piensa que eso es la felicidad, y algunas personas acaban siendo esclavas de la necesidad de éxito. Como sólo uno triunfa y los demás pierden, el mundo está lleno de fracasados y, por lo tanto, de infelices. Cuando sí sabemos poner buena cara al mal tiempo podemos convertir los fracasos exteriores en triunfos interiores. ¿Se puede reconducir a una persona para que alcance la felicidad? -Se puede y se debe, pues estamos en este mundo para ser felices, y nunca es tarde si la dicha es buena. El problema principal es que no basta enseñar; es más importante aprender y para ello se necesita la motivación de hacerlo. En nuestra sociedad no se fomenta mucho el esfuerzo, pues domina el disfrute a corto plazo. La vida de cualquier persona es dura y difícil. Durante años se ha insistido en lograr una sociedad del bienestar, que la gente ha interpretado sin sufrimientos, y se ha abandonado el entrenamiento diario en sufrir, y sufrir con buena cara. Como consecuencia, estamos menos preparados para pelear por ser felices cuando se sufre, cosa que, por lo menos, ocurre la mitad de nuestra vida, y algunas personas acaban amargadas al sufrir o ver sufrir a los suyos. ¿La crisis está empeorando la situación o por el contrario ayuda a mirar más a los demás que a nosotros mismos...? -Mucha gente está especulando sobre los efectos de esta crisis en el bienestar psíquico, pero es difícil de prever qué ocurrirá dentro de cada individuo. Lo importante es la actitud psíquica con la que nos enfrentemos a los sufrimientos que vamos a pasar por las dificultades personales y al ver el sufrimiento de los que nos rodean. Una actitud de lucha, de reto personal por defender la paz y la alegría interior es un buen escudo defensivo. Esta actitud depende de la que tengan los líderes de la sociedad, que tienen la misión de crear una conciencia colectiva que fomente la tolerancia a la frustración. http://www.diariomedico.com/2012/04/16/entrevistas/entrevistas-de-ultima/sobre-el-terreno/conocerse-es-mas-dificil-aprender-ingles

05 abril 2012

Extracciones dentarias y colocación de implantes dentales asociada a la toma de bifosfonatos

En la actualidad, en la consulta nos encontramos con muchos pacientes que quieren colocarse implantes dentales pero han tomado o toman bifosfonatos –producto que habitualmente está indicado para la osteoporosis- y se encuentran temerosos por las noticias que han salido en la prensa por haberse encontrado algún caso en el que se ha producido osteonecrosis. A este respecto hay que decir que la presentación de osteonecrosis en los maxilares asociada con la toma de bifosfonatos orales, es muy infrecuente en cirugías dentales (extracciones) y menos en implantes dentales. Aunque todavía falta perspectiva y estudios científicos, por los datos actuales parece que el riesgo en personas que han tomado bifosfonatos orales –no intravenosos- es muy pequeño. Hasta el año 2008 en España se declararon 186 casos de osteonecrosis asociados a bifosfonatos (incluyendo todo tipo de tratamientos dentales, desde extracciones a implantes dentales) de los cuales 171 tomaban bifosfonatos como terapia a un cáncer (es decir: bifosfonatos intravenosos). Se estima que el riesgo de producirse osteonecrosis en personas tratadas con bifosfonatos orales es de 0,7 personas por cada 100.000. La pauta a seguir podría ser la siguiente: casos habituales – toma de bifosfonatos por osteoporosis- si el paciente toma bifosfonatos orales desde hace menos de tres años y sin factores de riesgo no es necesario suspender la toma de bifosfonatos. Se puede realizar cualquier tipo de intervención quirúrgica, incluidos los implantes dentales. En personas con más de tres años de toma de bifosfonatos o factores de riesgo se recomienda suspender el bifosfonato durante un periodo de tres meses antes de colocar los implantes dentales. El reinicio del tratamiento con bifosfonatos se realizará cuando la cicatrización de la cirugía –implante dental o extracción- haya concluido. En el caso de los implantes dentales se recomienda un plazo mínimo de tres meses.

03 marzo 2012

Unas palabras que ayudan a trabajar a los amantes de la endodoncia



Aunque ya fallecido hace unos años, publico estas lineas aparecidas en la revista Boletín Dental , del Consejo de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España



Dr. Angel Lasala Carreras- Premio Santa Apolonia 1998

"He amado mi profesión"








- A lo largo de su trayectoria profesional, ¿qué ha querido aportar a la odontología?
- He amado a nuestra profesión, la he estudiado y enseñado y he pretendido lograr que cada día sea mejor, sobre todo, para los que la necesitan.
- ¿Mantiene aún relaciones profesionales con España?
- Sí, asisto todos los años a los Congresos de AEDE ( a veces con mi hija Aurora, profesora de endodoncia jubilada). También doy alguna conferencia y visito a los compañeros y amigos.
- ¿Qué pasa cuando piensa en España? ¿Y en Zaragoza?
- Pienso mucho y con frecuencia en mi país y en mi ciudad a los que quiero cada vez más. Los recuerdos de mi infancia, de mi familia, de mis amigos, de mis estudios, de mis viajes, 35 he hecho ya para visitar a parientes, amigos y dar cursos y conferencias en 36 ciudades españolas. Zaragoza es un edén parea mí, lo primero que hago cada año es visitar a la Virgen del Pilar.
- ¿Un odontólogo debe saber también de política?
- Si se trata de al política que cita la prensa, no la necesita. Pero la política odontológica, de practicar cada vez mejor nuestra profesión y de luchar por lograr la Paz entre los hombres y entre los pueblos, esta política sí es necesaria.
- ¿Qué opina del siglo que le ha tocado vivir?
- Ha sido extraordinario para todas las ciencias, para las comunicaciones y para la tecnología. Moralmente, sin embargo, no ha logrado una sensible mejoría del ser humano: no se han logrado detener las guerras, por ejemplo.
- ¿Sus conferencias y libros son también prolongaciones del hombre que Ud. es?
- Creo que sí, siempre he intentado, en mi labor docente, que el odontólogo, como el médico sea atento, amable, estudioso y tratar a los pacientes de igual manera, sean ricos o humildes.
- ¿A pesar de estar jubilado sigue sensible a los problemas odontológicos de Hispanoamérica?
- Sí, soy sensible a los problemas odontológicos, hay muchos y he hecho lo posible por ser de utilidad y colaborar a su solución. Ahora viajo muy poco y, a pesar de la edad (85 años) y mi sordera, doy conferencias y enseño a los alumnos de postgrado de la Facultad de Odontología de Caracas.
- ¿Cómo ha recibido la noticia de la concesión del Premio «Santa Apolonia» en Venezuela?
- Me ha emocionado intensamente. Nunca creí que me lo pudieran conceder. Después de terminar mis estudios de Medicina y de Odontología en España; de ser catedrático de Endodoncia en Venezuela, de estudiar un postgrado de Endodoncia en Estados Unidos; de habérseme concedido la Encomienda de la Orden del Mérito Civil por S.M. el Rey de España D. Juan Carlos, considero esta distinción del Consejo General como el colofón y el broche de oro de mi vida profesional.
- Conociendo que el premio «Santa Apolonia» se otorga a una buena trayectoria profesional. ¿Ud. a quién daría este premio?
- Me consta que en España hay muchos compañeros que la merecen, tanto en el campo de la endodoncia como en las otras especialidades odontológicas.
- ¿Cree que hay más interés hoy en el mundo por la Odontología que cuando Ud. empezó?
- Es evidente que sí, tanto con la enseñanza, como en el ejercicio de todas las especialidades. Esto ha contribuido a la difusión de la odontología. El público conoce los nuevos tratamiento y se preocupa por conservar sus dientes.
«La política odontológica de practicar cada vez mejor nuestra profesión y de luchar por lograr la paz entre los hombres y los pueblos, esta política sí es necesaria

22 febrero 2012

La sobreobturación: accidente o consecuencia. Su incidencia en la reparación posendodóntica. Por el Dr. Fernando Goldberg

Publico estas con lineas, con el deseo que  el  Dr. Fernando Goldberg , sea aún más conocido por su sabiduría y experiencia endodóntica



Hace ya algunos años asistí a un curso del Dr. Ben Johnson (USA) quien señalaba que la sobreobturación no era un accidente operatorio sino una consecuencia del tratamiento endodóntico. Por otro lado, es muy común ver en los libros de texto a la sobreobturación en el capítulo de los accidentes. Numerosos trabajos publicados destacan la dificultad de realizar la instrumentación y obturación en el punto apical preciso, sea éste el límite CDC, la constricción apical o el foramen apical. Si nos referimos al límite CDC o a la constricción apical ambos se corresponden con una línea sinuosa ubicada a diferentes alturas en cada una de las caras de la raíz. Por otro lado, si pensamos en el foramen como límite apical, éste raramente se ubica en el vértice de la raíz y ocupa, por lo general, más de una cara de la superficie radicular en un plano generalmente oblicuo. Estas situaciones nos llevan a comprender la dificultad de determinar y mantener con precisión el límite apical durante nuestras maniobras operatorias. Tal vez, como lo sugieren algunos autores, deberíamos cambiar el concepto de límite apical por el de zona apical. Podríamos señalar que la zona apical se encuentra entre 0 y 2mm del ápice radicular. Cuando el tratamiento se realiza en el marco de esa zona, el porcentaje de éxitos obtenidos es significativamente mayor. Hoy disponemos de los localizadores apicales electrónicos que nos permiten determinar el lugar de salida del foramen apical. Las dudas respecto a los localizadores apicales son varias: ¿siempre la medida obtenida con los localizadores apicales es correcta?. ¿Cuál es el punto de referencia apropiado que debemos considerar en la pantalla de cristal líquido 0.5 o Apex?. ¿Qué pasa si la zona apical presenta más de un foramen? ¿Cuál detectará el localizador? ¿El más cercano al ápice o el más alejado?. ¿Es probable que localicemos cada uno de los forámenes?. Preguntas que seguramente ameritan respuestas diversas y controversiales. Por otro lado, una vez realizada la obturación endodóntica, la visión radiográfica posoperatoria de la sobreobturación solo muestra la presencia de los materiales radiopacos que ocupan un determinado espacio en la zona perirradicular. Partículas pequeñas son enmascaradas por la imagen radiográfica del hueso y no llegarán a distinguirse. Esto significa que puede haber una sobreobturación y no ser detectable en la radiografía. A lo largo de mi actividad docente de posgrado siempre sugiero de la audiencia que levante la mano quien nunca sobreobturó. Y las manos nunca se levantan. Si buscamos la definición de accidente nos encontramos que se interpreta como un suceso eventual, un acontecimiento fortuito. Ahora bien, si la sobreobturación ocurre frecuentemente y en manos de todos los endodoncistas no parece ser un acontecimiento fortuito. Entonces tal vez sea más correcto pensar en la sobreobturación como una consecuencia del tratamiento endodóntico, resultado de la dificultad de obtener un límite apical preciso y puntiforme que contenga al material obturador, y no un accidente producto de la impericia profesional. De todas maneras debemos reconocer que existen profesionales que intentan ex profeso realizar la obturación endodóntica con una pequeña sobreobturación a través del o los forámenes.

Ahora bien, producida la sobreobturación ¿ella per se puede ser la causa del fracaso del tratamiento endodóntico?. Para contestar esta pregunta necesitamos diferenciar la sobreobturación de la sobreextensión. Se entiende por sobreobturación, la extravasación de una pequeña cantidad de sellador o gutapercha hacia la zona perirradicular (apical o lateral) siempre y cuando se haya logrado con la obturación un correcto sellado tridimensional del conducto radicular (Fig.1).



 En tanto, se designa como sobreextensión, la extravasación de sellador o gutapercha acompañando una deficiente obturación endodóntica (Fig.2).



Podemos admitir que el organismo tolera bastante bien la agresión fisico-química de los selladores o la gutapercha, pero no soporta la agresión bacteriana que puede persistir luego de una instrumentación y obturación insuficiente, como sucede en general en la sobreextensión.
Numerosos trabajos científicos avalan el éxito del tratamiento aún en los casos donde se ha producido una pequeña sobreobturación (Fig.3).



Fig.3 A, Rx Preoperatoria con imagen radiolúcida periapical en un premolar superior. B, Rx Posoperatoria inmediata con pequeña sobreobturación pieriapical. C, Control a distancia donde se destaca la reparación periapical (7 años después).


La duda es si la sobreobturación puede ser una razón para retardar el proceso reparativo. Si bien muchos estudios al respecto sostienen este concepto, es difícil comprobarlo científicamente.

En el quehacer de mis años de práctica endodóntica puedo decir que no pretendo sobreobturar como procedimiento habitual, pero debo admitir que me ocurre con frecuencia.

15 enero 2012

Historia de la endodoncia

Un poco de historia, para saber de donde venimos y hacia donde vamos.


Historia de la Endodoncia.

Rufino Bueno Martínez*
 Coordinador del Máster en Endodoncia Universitat Internacional de Catalunya Barcelona,España 1.1. ENDODONCIA EN LA EDAD ANTIGUA: La historia de la Odontología hace evidente el papel primordial desempeñado por pastas y preparados medicamentosos a la hora de mitigar el dolor dental y desinfectar las cavidades de caries junto al tejido pulpar. Tanto es así que ya en la antigua cultura China aplicaban arsénico asociado a "Hovang-Tan" (excrementos de murciélago) en el fondo de las cavidades con el fin de "matar gusanos" que, según ellos, habitaban en el interior de los dientes. En el período comprendido entre los años 3.700 y 1.500 antes de Cristo, los egipcios usaron diversas sustancias para aliviar el dolor aplicadas dentro de las cavidades. Para ello emplearon comúnmente la pasta de comino, incienso y cebolla a partes iguales. En la Grecia clásica Hipócrates practicó la cauterización introduciendo finas agujas calientes en el interior del diente, así como aceite hirviendo o fomentos de apio y beleño. Ya en la era Cristiana, Claudio Galeno observó cómo trepanando los dientes enfermos e introduciendo posteriormente medicamentos en su interior se conseguía aliviar el dolor.
1.2. ENDODONCIA EN LA EDAD MODERNA: Teofosfato Bombarto von Hohenheim , conocido como Paracelso (1493-1541), aumentó el arsenal farmacéutico con valiosos fármacos, algunos de los cuales fueron importados poco antes de América (quinina e ipecacuana son dos ejemplos todavía vigentes; del caucho se obtiene la gutapercha). Hasta el siglo XVI los conocimientos endodónticos permanecieron estáticos, hasta que Vesalio Falopio y Eustaquio describieron la anatomía pulpar, aunque siempre referida a la "teoría del gusano" descrita por los chinos. Eustaquio lo hizo con referencia a los dientes permanentes y temporales. Ese siglo marcó el inicio de la transición que llevaría el mero empirismo a convertirse en ciencia. En este marco mencionamos a Ambrosio Paré , quien recomendaba la aplicación de aceite de clavo (contiene un alto porcentaje de eugenol) a las infecciones pulpares, a la vez que ofrecía algunas indicaciones para el diagnóstico diferencial entre pulpitis y periodontitis. En el año 1.602, Pieter van Forest (dentista de Leyden) publicó las primeras pautas sobre terapéutica de los conductos radiculares, sugiriendo que el diente tenía que ser trepanado, y llenada la cámara pulpar a continuación con Triaca
1.3. ENDODONCIA EN LA ÉPOCA CIENTIFICA: Hasta el siglo XVIII se acumularon conocimientos empíricos. La época científica se inició con Pierre Fauchard , considerado el fundador de la odontología moderna. Fauchard recomendó la introducción de mechas embebidas con aceite de clavo en el interior de los conductos, y en los casos de abscesos introducía una sonda de exploración para conseguir el drenaje de la colección purulenta. En 1728 describe esta técnica como método conservador de los “dientes enfermos y doloridos por caries” . Su terapéutica de conductos para pulpa vital consistía en la cauterización de la misma, procediendo acto seguido al relleno con plomo radicular. En 1746 describe detalles técnicos del tratamiento del “canal del diente”: penetrar el suelo de la caries con una aguja para acceder a la “cavidad dental” y llegar al posible acceso, dando salida a los “malos humores” responsables del dolor. Fauchard incluso recomendaba enhebrar las agujas, para evitar su aspiración o ingestión por el paciente. Recomendaba destemplar las agujas para hacerlas más flexibles y acceder mejor al diente. Se colocaba en el diente, abierto durante un tiempo, aceite de clavo, para al finar “emplomarlo”. Bourdet, en 1757, empleaba el oro laminado para obturar la cavidad pulpar. Edward Hudson diseñó atacadores específicos para la obturación de los conductos radiculares con oro laminado. Josiah Flagg dominaba, entre otras especialidades, la ortodoncia, que “ayuda a la naturaleza a extender en los maxilares una bella distribución del segundo juego de dientes”; la endodoncia, “las sensaciones de los dientes en la cabeza pueden eliminarse mediante un simple, seguro y fácil proceso”; la prótesis (oro fijo, etc); y la odontología conservadora (dientes encofrados y bruñidos de oro virgen, panes o plomo). Hacia 1790 construyó el primer sillón dental. Como corolario de lo expuesto hasta aquí podemos afirmar que hasta finales del siglo XVIII la terapéutica radicular se limitaba al control del dolor mediante trepanación, cauterización y aplicación de medicamentos en el interior del conducto. A principios del siglo XIX surgieron las primeras recomendaciones sobre el empleo de medicamentos específicos para la terapéutica endodóncica: Spooner recomendaba en 1.836 el arsénico para la desvitalización de la pulpa. Maynard fabricó en el mismo año el primer instrumento de endodoncia para poder ensanchar los conductos, y pretendía eliminar la infección de los mismos. En 1864, Barnum inició el empleo del dique de goma como método de aislamiento del campo operatorio. En 1.867, Bowman empleó conos de gutapercha en la obturación de conductos. Witzel, en el año 1.876, impregnaba la pulpa residual con fenol como sustancia antiséptica. Catorce años más tarde, Miller evidenció la presencia de microorganismos en el interior de los conductos y los relacionó con la patología pulpar. Fue Walkhoff en 1.891 quien inició esta fase proponiendo el empleo del paramonoclorofenol alcanforado. Dos años más tarde, Miller empleó pastas momificantes a partir de formaldehído, siendo éstas mejoradas por Gysi en 1898.
1.4. ENDODONCIA EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX El descubrimiento de los rayos X por Röentgen en 1,895, empleados por Kells en 1.899, representó un gran avance para el campo de la endodoncia. Gracias a ellos era posible observar internamente los resultados obtenidos en la terapéutica endodóntica. Ello, que inicialmente parecía iba a suponer un importante avance para la endodoncia, resultó ser, al menos durante un tiempo, su peor enemigo. Al poder demostrar la imperfección de la mayoría de los tratamientos radiculares, William Hunter aprovechó este avance para criticar en 1910 la práctica indiscriminada de los mismos, denunciando también la poca asepsia que los acompañaba. Hunter fue el primer dentista que introdujo el concepto de infección focal, teoría que prevaleció entre los años 1910 y 1928, recibiendo el nombre de Época de la Infección Focal. Onderdonk fue en 1901 el primero en realizar controles microbiológicos en Endodoncia. Más tarde, otros autores, como La Roche, Coolige y más recientemente, Zeldow, Ingle, Frostell, Engstrom, Maísto, Kuttler, Lasala, Castagnola y Selzer han estudiado con profundidad la actividad de muchos microorganismos y la necesidad o no de hacer cultivos previos a la obturación definitiva. En 1921, Billings (EEUU) reafirmó la teoría de Hunter acerca del diente desvitalizado como foco de infección, y mencionó su implicación en algunas afecciones sistémicas. Este hecho dio lugar a que la mayor parte de la profesión odontológica practicase de forma incontrolada las extracciones dentales. Dicha actitud extraccionista no fue compartida por la escuela europea, que ideó potentes agentes antimicrobianos para contrarrestar la idea de Hunter. El hidróxido de calcio fue presentado por Herman en 1920, aunque los primeros trabajos con éxito datan de 1934 a1941. Coolidge resaltaba en 1929 las propiedades irritantes del eugenol. Rickert y Dixen en 1931 desarrollaron un cemento sellador que contenía plata precipitada por electroforesis.
1.5. LA ENDODONCIA CONTEMPORÁNEA Más tarde, al desmoronarse la teoría de la infección focal, disminuyó la importancia de los agentes antimicrobianos intracanalicurares. Estudios posteriores demostraron que una minuciosa preparación biomecánica de los conductos radiculares reducía ostensiblemente su flora microbiana12, e incluso llegaba a erradicarla. En la concepción de la endodoncia moderna tubo un importante papel la aparición de la teoría del “tubo hueco” desarrollado por Dixon y Rickert en 1931. Esta teoría demostraba que un tubo hueco estéril implantado en el tejido conectivo de animales de experimentación provocaba mayor reacción inflamatoria en sus extremos que un tubo repleto de material estéril. De esta teoría nació el concepto de “sellado apical” de los conductos radiculares. A partir de entonces se fueron buscando materiales selladores de los conductos que fueran estables, no irritantes y que se adaptasen lo más íntimamente posible a las paredes del conducto a nivel del orificio apical, para conseguir de este modo un perfecto sellado apical. La investigación continuada, basada en aspectos clínicos y de laboratorio, permitió el desarrollo de nuevos técnicas, nuevos métodos de evaluación, y selección de materiales, que supusieron un progresivo aumento del porcentaje de éxitos. Dos hitos marcan la frontera de lo que podríamos llamar la endodoncia moderna. De un lado la estandarización del instrumental endodóncico, a partir de la prpuesta realizada por Ingle y Levine en 1956. De otro, la aceptación de la endodoncia como especialidad de la odontología por parte de la Asociación Dental Americana, en el año 1963. Desde entonces, si bien se han producido notables avances técnicos y de conocimientos, las bases en que se fundamenta la ciencia de la endodoncia no han sufrido cambios significativos.